A pesar de tener más de cien años, el estilo de enseñanza Montessori sigue siendo un método progresivo y popular.
Durante la última década, parece que el aula tradicional ha comenzado a mejorar. La popularidad de la educación Montessori ha visto un resurgimiento en Europa. España no solo cuenta con la apertura de más instituciones, sino también con aspectos de la misma que se utilizan junto con los métodos tradicionales de clase.
Las claves del resurgimiento
El método Montessori trajo consigo un giro copernicano al mundo de la educación y está logrando instalarse dentro de la escuela convencional gracias a su sistema de base: el juego como elemento diferenciador, el juego como manivela fomentadora de numerosas capacidades y aptitudes en los niños.
El colapso y la ineficacia de la pedagogía imperante han traído durante años un modelo de formación basado en la creación de sujetos estandarizados. Los alumnos han venido formando parte de un aprendizaje que ha contribuido mucho a frenar sus habilidades. Esta limitación en el curso natural de la personalidad encuentra su receta en la escuela Montessori.
Numerosos colegios de educación infantil están instaurando las pautas de esta célebre docente italiana. Se trata de una apuesta decidida por cambiar el rumbo del ámbito en cuestión. El juego, el entretenimiento y la plasticidad cobran protagonismo, promoviendo así que los niños crezcan en naturalidad e independencia. De igual modo, florecen aspectos relacionados con el compañerismo, las relaciones personales y la tolerancia. Algo que empezamos a echar de menos en nuestras instituciones formativas.
Montessori hoy
A día de hoy, es posible abordar el método Montessori desde las pautas elementales que lo significan. Aunque su materialización puede estar sometida a diversos ajustes a partir de las inclinaciones de los docentes, esencialmente ofrece aspectos como los siguientes.
Por suerte, la educación Montessori ha logrado resistir al peso del calendario. Sus señas de identidad integran las claves educativas de múltiples escuelas. Estamos ante un modelo de aprendizaje que se preocupa por favorecer la autonomía y el conocimiento espontáneo del mundo. Esto supone una herramienta liberadora que choca frontalmente con el clima tradicional que predomina en la educación primaria.
En la actualidad, los niños están predestinados a permanecer en las aulas bajo una actitud pasiva fruto de normas inhibidoras. Los niños se someten a un sistema de aprendizaje que cercena cualquier mínimo atisbo de estímulo: deben guardar silencio, permanecer atendiendo largamente, mantener la postura, etcétera. Se trata en definitiva de un escenario que, más que liberar, limita. Es precisamente por todo esto por lo que se explica la integración de la escuela Montessori.
Las cifras son claras a nivel educativo: las clases basadas en el método tradicional se convierten en un erial de tedio para el alumno. Esto provoca su desmotivación y genera en él la idea de que la asistencia al colegio no tiene validez. Dos circunstancias que han de servir para volver a plantear la necesidad de un cambio en la manera de acercar el conocimiento al alumnado.